Un ‘milagro’ contra la despoblación rural gracias a la llegada de familias extranjeras

En cuatro años han llegado 60 extranjeros, y el colegio casi ha duplicado el número de niños Maribel S. Timoneda Arens de Lledó En Arens de Lledó (Comarca del Matarraña) se ha producido un milagro en los últimos cuatro años. En 2008, el municipio reunía todos los requisitos para que la despoblación que sufría se acrecentara en lo sucesivo: un entorno rural, agrícola y con pocas posibilidades para generar empleo femenino, además de adolecer de buenas comunicaciones. Hoy, Arens de Lledó es el único pueblo del Matarraña que ha crecido en habitantes este año y la escuela casi ha duplicado el número de alumnos que tenía en 2008.

Aunque parezca sorprendente, lo que ha cambiado las cosas en Arens de Lledó es la llegada al pueblo de una pareja (David Suárez y Sandra Salvado) que se dedica a ayudar a familias extranjeras (de poder adquisitivo medio alto) a asentarse en España. Les ayudan a encontrar una finca de su agrado y se encargan de todos los trámites hasta su instalación. Son ‘relocation manager’, algo así como un profesional que gestiona a las familias desde el contacto con un vendedor de una finca o una casa, los papeles para gestionar la construcción de su vivienda, etc.

Desde 2008, la empresa fundada por David y Sandra (Country Property) ha traído hasta el Matarraña (principalmente a Arens de Lledó, aunque también han llegado extranjeros a pueblos como Valderrobres o La Portellada) a unas 60 personas. En cuatro años, el colegio, que tenía en 2008 sólo 12 alumnos y estuvo a punto de convertirse en aula unitaria, cuenta hoy con 21 niños matriculados: españoles, holandeses, estadounidenses y británicos.

Los nuevos residentes se asientan en el campo. No buscan viviendas dentro del pueblo, sino fincas rústicas que quieren vender los vecinos. Algunas de ellas se habían convertido en una selva de maleza por estar abandonadas, y ahora han recuperado su aspecto gracias a que los nuevos vecinos las han puesto en valor mediante la contratación de agricultores del pueblo, que las han limpiado, han podado los almendros y los olivos, las han arado y les han devuelto un aspecto agrícola, lo que para los extranjeros representa un inmenso valor.

Según explicó David Suárez, “en Europa existe unmovimiento que sigue mucha gente y que apuesta por el regreso al campo”. Quienes han llegado en los últimos años son profesionales variopintos, muchos de los cuáles deciden seguir trabajando en su empleo, pero a través de internet. En Arens vive una escritora, un consultor de banca que cada 15 días viaja a Madrid o a Barcelona, un músico o personas que, simplemente, lo han dejado todo en su país de origen y lo han cambiado por un destino tranquilo en mitad del campo, y por un país del que valoran “la seguridad, el clima, el sol, la Educación y, sobre todo”, apuntó David Suárez, “la Sanidad”.

Cuando se instalan, viven en el campo, pero no quedan aislados. Lo primero que hacen David y Sandra con los nuevos residentes es invitarles a asociarse a la Asociación Cultural para que, en cada evento, mantengan el contacto con los vecinos y disfruten como ellos de la cultura y las fiestas municipales. También, comentó el propietario de Country Property, “cuando se inaugura una casa nueva, se invita a todos los vecinos del pueblo”, y “si un agricultor tiene aceite, verdura o fruta, se la compran a él”, lo que “ha generado una economía que no existía”. Además, “antes los excedentes iban al río, mientras que ahora se reparten entre los nuevos pobladores”.

Un aspecto común a todos, sobre todo para quienes han dejado atrás un trabajo, es que una parte de las viviendas que construyen la dedican al turismo rural. Como explica David Suárez, “en Europa es muy común”. Se trata de un tipo de turismo en el que los turistas, la gran mayoría extranjeros, cuentan con su habitación y baño propio, pero que comparten los desayunos y comidas con la familia que regenta la vivienda rural”.

Un consumo responsable y limitado, los ahorros que tienen de su vida anterior, el cultivo de hortalizas, frutas y verduras en el huerto de la finca y los ingresos por los turistas que se alojan en sus viviendas son, para muchos, su medio de subsistencia en España.

Para vivir enmedio del monte, rodeado de silencio, de pinar y de olivos centenarios no hacen falta grandes obras para el abastecimiento de las viviendas, pues éstas son autosuficientes. No necesitan agua corriente ni conectarse a un poste de electricidad, porque los nuevos pobladores se abastecen de pozos subterráneos y de luz que se produce a través de placas solares. Además, para algunas cosas se aprovecha también el agua de lluvia. Los vertidos se llevan a pozas sépticas, y todas las viviendas cuentan con depuradoras.

El impacto sobre el Medio Ambiente es nulo, puesto que se trata de viviendas casi ecológicas y completamente autónomas hasta donde no es necesario llevar ni conducciones de agua ni de vertidos.